11 de agosto de 2011

De Ruiz, Messi y otros demonios


Es más fácil ver un problema ajeno que uno propio, quién amante del fútbol después de ver jugar a la selección Argentina no se pregunta ¿Cuál es ese número "10" que juega en Barcelona y por qué dicen que es tan bueno?

Haciendo las escalas pertinentes en cuanto a nivel de fútbol de esto no tenemos dudas: Algo le sucede al rendimiento del mejor jugador del mundo (Lionel Messi) y al mejor jugador costarricense (Bryan Ruiz) en sus respectivas selecciones.

Antes de adentrarnos en un análisis más profundo los invito a ustedes los hinchas a dejar de lado por un momento los prejuicios tan repetitivos y sin fundamento como: "No sienten la camiseta", "Sólo juegan por dinero", entre otros.

Cualquier fanático de fútbol con solo ver la facilidad con la que se pega y despega el balón de los pies de Ruiz o Messi sabe que se trata de un talentoso con técnica de sobra, de un jugador que puede anotar o hacer un pase de donde sea en la cancha, de un "artista" profesional.

Esa manera artística de usar los pies para mover un balón hace soñar hasta a los que no aprecian el deporte, y uso un derivado de la palabra arte porque ¿A quién, aunque no sepa nada de pintura no le atrae un cuadro de Da Vinci? ¿Quién no se ha sentido identificado con una canción alguna vez? A través del arte se expresan ideas y emociones, pero sólo los verdaderos artistas expresan su visión del mundo en lo que mejor saben hacer.

Nos causa tanto impacto ver cómo con tal "estética" alguien puede manifestarse, que caemos en el error de creerlo de otro mundo ajeno al nuestro, santificándolo (San Bryan del Twente es popular) o demonizándolo dependiendo de su obra del día.

Damos por sentado que su trabajo nos pertenece y no que el espectáculo que brindan es un regalo.

En sus clubes europeos Ruiz y Messi son un jugador más del equipo, les pasan el balón para ayudar al equipo, no les exigen una salvación milagrosa cada vez que tocan el balón, ni tres amagues seguidos con un tiro excepcional; es así como reciben grandes sorpresas de estos jugadores todos los domingos en el estadio, es ese el resultado cuando un artista tiene libertad de ir y venir como quiere.

Como buen artista excéntrico, mientras más le exijamos a Ruiz que sea el MESSÍas milagroso de todas nuestras penas futbolísticas y nuestro paupérrimo trabajo en equipo, más se va a frustrar éste de intentar darle al público lo que no puede, y lo peor de todo, seguiremos dejando que sus mejores obras solo se puedan ver en el extranjero.

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